Hace frio

Hace frio en la ciudad de eternos rayos,

De mil arcoíris ruiseñores que adornaban paisajes,

De las rosas que sonrientes su belleza mostraban,

De las glorias eternas de mil paraísos.

Ya el sol se ha ocultado tras colinas majestuosas,

La luna nos visita, y con ella las estrellas,

Mil recuerdos que sinceros se presentan a la mente,

Mientras el corazón amante suplica el retorno.

Entre tanto, sin pensarlo,

Las mil sombras pasajeras que murmuran mil destinos,

Aparecen centinelas del pasado que no ha muerto,

Retornando los fantasmas del dolor y el sufrimiento.

Y, mientras corre el viento antes distante,

Entre el brillo de los sauces que sus hojas zarandea,

La nostalgia de la ausencia hace mella en la casa,

Como el frio de la muerte que es caminante errante.

Hace frio en la ciudad, de los mil enamorados,

La celeste que Cupido con sus flechas embriagaba,

Y se callan los cantores que entonaban las mil notas,

Mientras muere el pentagrama que dibujaba bellas notas.

Ya hora entre sombras, entre el frio y la muerte,

Los chacales sólo esperan con mil ansias bella hora,

En que el cuerpo quede inerte y sin respiro para siempre,

Ante causa tan siniestra como es el desamor.

 Y una lágrima que esquiva se desliza sobre el rostro,

Brilla clara y transparente entre luz de mil antorchas,

Sola, triste y vagabunda, prisionera de una historia,

Pero ahora es libre como el viento, hasta posar sobre el suelo.

Y en las manos del doliente de soledad por trago,

Una imagen cristalina, que hasta brillar pudiese,

Su recuerdo más siniestro que a su alma embelesa.

Es el rostro que pintado por el arte del pintor,

De a poco pierde por el tiempo su original color,

Cuando en medio de recuerdos de feliz eternidad,

Es origen y remedio de tan grave enfermedad.

Hace frio en la ciudad que en su bóveda pintaba mil colores tornasol,

Mientras tanto que en el cuarto ya no hay luz, no hay ilusión,

Sólo un hombre que despierto quisiera ya no estar,

Porque no encuentra a su lado la fuente de la felicidad.