Te
escribo una nota con voz de poeta,
Entre
lágrimas secas que hablan de adioses,
De
amores perdidos que no volverán.
Tomando
en la mano una vieja pluma,
Esa
misma que un día me dio la inspiración,
Para
escribirte poemas llenos todos de amor,
Que
quedaron marcados en tu corazón.
Entre
el temblor de mis manos por el álgido dolor,
Al
saber que esta historia ha llegado al final,
Ya
padezco de alzhéimer de recuerdos de atrás,
Porque
muerto por dentro ya no queda el color.
Querida
mía, escribo afligido y con tenue dolor,
Pensando
si al menos no dijéramos adiós,
Si
al menos yo fuera lo que quisieras para ti,
Y
no buscaras a otro que te dé lo que yo no.
Querida
mía escribo,
Sabiendo
que ahora sólo eso lo sé yo,
Porque
tú ya tienes otro amor,
Que
ha bañado tus labios de un nuevo color,
Y
ha llenado por dentro tu dulce corazón.
Continúa
el poeta, que lleno de amor,
Hace
suyos los sueños hasta de la más pequeña flor,
Mientras
cae la lluvia en su corazón,
Mientras
decide escribirle un simple adiós.
La
nota se sigue, no hay paso atrás,
Hoy
quiero decirte definitivamente adiós,
No
sólo me marcho para otro lugar,
Sino
a otro mundo de sombras del que no se puede volver.
¿Qué
quiere decir? Eso no lo sabrá,
Pero
el convencido continúa su acción,
Un
amor prisionero espera lo vaya a liberar,
Y
debo irme prontamente para encontrar el final,
Pues
ella se acerca sin que la deje marchar,
Y
corre más rápido de lo que yo pueda actuar.
Y
el poeta levanta su mirada, no para de llorar,
Mientras
promete mirarse en el augusto final,
Quizás
en lo eterno se pueda amar,
Lo
que nunca jamás se puede olvidar.