jueves, 28 de noviembre de 2013

Misterio

¿Sera que te iba a decir que eres mi cielo escondido entre el bello sol de tus ojos?
¿Sera que te iba a decir que eres mi mundo entre los muchos posibles?
¿Será que te iba a decir que eres los dioses todos juntos en uno?
¿O será tan siquiera que te iba a decir que eres mi todo y el aire que respiro?

Decirte que eres hermoso manantial de flores bellas
entre esos cabellos negros que adornan tu rostro hermoso
 que se me asemeja a la mirada de un ángel celeste
que visita mi cuarto cuando estoy en vela.

Que eres la mujer más hermosa del mundo,
y el cielo se postra a tus pies
cuando en cada paso que das entre los más bellos jardines,
 las bellas flores rojas se inclinan hacia ti,
como si supieran que quiero darte cada una de ellas,
entre mil palabras,
entre mil silencios,
en el inundarme de tus bellos ojos
para decirte que te quiero.

¿Decirte que te amo,
 que te quiero,
que se cae el cielo
cuando menciono tu nombre?


Así es este extraño caso,
de no tenerte y tenerte cerca,
a mil distancias,
entre las estrellas,
 en mil universos,
todos ellos perdidos y a la vez tan cercanos,
y en los que estás presente,
en mi cuarto,
en mi mente,
en mis notas,
en todos lados,
y a la vez en tu ausencia,
en tu sonrisa,
en esa imagen que se cuela entre las noches de agudo sueño,
en los que musitando ese tu nombre,
paréceme estar invocando dioses
que a ti presente te hacen mil reverencias.

Así es este misterio que estremece,
que alegra,
que hace que dudemos,
que tengamos certezas,
que temblemos entre lo extraño,
entre lo oculto,
entre lo claro,
entre tus ojos junto a los míos,
entre tu lejanía y mi cercanía,
entre un beso fantasma,
 ausente,
deseado,
temido;
entre tu nombre sacro,
entre el mío profano,
entre este laberinto de no saber ni siquiera,

qué es lo que está pasando.