sábado, 26 de octubre de 2013

No importa

y si aquí está el invierno,
si pasan siglos antes de los sueños,
si al final yo aquí puedo tenerte.

No importa sí las manecillas,
de un viejo reloj pueblerino,
se detiene en su marcha ya cansado,
si en su tiempo te trae para tenerte.

No importa si las viejas palabras,
de un libro que se escribe entre los tiempos,
me describen que te pierdo sin remedio,
si en el hoy estás conmigo compartiendo.

No importa nada,
y quizás importa todo,
si al final de una noche triste,
ni tu voz yo no he escuchado.

No impartan las mil y una noches,
que pienso en tu mirada,
si en la luz de las estrellas,
diáfana miro la tuya en ellas.

Y no importa si el mundo gira,
o si el infinito cielo viaja,
entre el universo inmenso,
si entre historias lo viajamos,
tomados de la mano.

No importa aún la nada,
si en ella hay esperanza,
aunque de ausencia se disfraza,
si al final de esta historia,

al tenernos nada nos importa.

Paréceme

 Paréceme fue ayer,
el conocerte de inusual manera,
y un siglo ha pasado,
y aquí te tengo junto a mí.

Paréceme mentira la absoluta verdad,
la nada que se enfrenta a la dulce realidad,
cuando escuchando melodías,
tu nombre se musita aquí.

Y se escriben esas notas,
que entona el violín,
son elegías o dulces notas,
que se fugan entre el viento
para llegar a ti.

Que son esas letras raras,
especie en extinción,
que me brotan con pensarte,
o soñar lo que será.

Son historias de otros reales,
el pensar lo que será,
mientras otros han vivido,
en inmortal felicidad.

Paréceme mil cielos,
en este infierno tan sagaz,
que condena lo que brota,
en este bohemio corazón.

Paréceme mentir para alegrar,
la amarga soledad,
mientras muerte se aproxima
a cada instante que no estás
en esta casa tan soleada,
por los lugares clandestinos
que lloran porque no estás.

¿Puede?

¿puede sonreír un solitario
al que se le pasa la vida 
en inviernos tormentosos 
de oscuridad siniestra?

¿puede disfrazarse un día de mil lluvias,
que se pasan encerradas en un cubo de mil nieves
traídas de un Alaska 
en donde abunda el frío 
y la siniestra soledad?

¿puede pronunciarse una palabra,
allí donde nadie la escucha,
y que resuene ella diáfana,
como un día tan soleado,
en que brille el cielo azul?

¿o quizás es tan posible,
 que la muerte se retire  de la alcoba
en que la espera el enfermo que la evita,
aún sabiendo que ella baila, pretendiendo no ser vista?


¿puede acaso que un milagro
se me filtren medio de mi ventana,
 con el sólo caso de burlarse,
 de lo que es inexplicable?

Puede ello suceder,
más no tenerte frente a frente,
con todo lo que se imagina,
pues sé que es una mentira
 todo lo que la ilusión disfraza.

Pues si se escuchan los ecos del silencio,
o cayeran todas las estrellas,
jamás tendrás el dulce nombre,
que en mis sueños a ti te llaman.

miércoles, 2 de octubre de 2013

Margaritas

Hoy deshojé margaritas en la plaza,
y me dijeron con sus pétalos que me amabas,
mientras andabas tomada de la mano,
con otro a quien entregas tu cariño.

Mientras sueño una calle clandestina,
grabada con la melodía de tu nombre,
adornada toda ella con las flores,
que te enviaba con las más hermosas notas.

Y las flores te decían que te amaba,
mientras eras amiga y sólo eso,
si saber que en lo profundo de tu alma,
existía una versión diferente de las cosas.

Hoy deshojé margaritas en la plaza,
mientras te escuchaba decirme al oído,
las palabras que en silencio susurrabas,
y que quedaran grabadas en el viento,
pues tú ya no estabas aquí.