viernes, 29 de octubre de 2010

Qué hacer

Qué se hace cuando se hace realidad un sueño,
Dar gracias al cielo por lo poseído,
Lanzarse en los brazos del ser amado y robarle un beso,
O simplemente quedar en silencio entre lo ocurrido.

Volar sobre los aires matutinos de un día soleado,
Escribir versos al viento presuroso del oriente,
Mirar el fino rostro de un arcángel,
O quizás posarme en tus brazos mientras caen las estrellas.

Qué se hace cuando se hace realidad un sueño,
Esperar que un nuevo sueño vea la luz,
Que no se acabe el día para poder disfrutar,
De todo aquello que añorado jamás morirá.

Rozar las suaves manos de un ángel enamorado,
Las flores dulces que  la primavera vio florecer,
Las verdes nubes de jardines que con nardos
Me recuerdan que de ti estoy enamorado.

Qué se hace cuando se hace realidad un sueño,
No sabemos si cantar o llorar,
Si reír como un par de desesperados,
O mirarnos fijamente hasta que llegue la noche.

Levantar la vista al cielo para contemplar el paraíso,
Mirando una fotografía que se descubre en el horizonte,
Mientras que otros tantos se desangran inútilmente,
Buscando tener el amor que yo te tengo.

Qué se hace cuando se hace realidad un sueño,
No perderte para así seguir soñando,
Ser feliz tomándote de la mano,
Llevarte a mi lado para seguir enamorados.

Y si acaso no pudiéramos permanecer por siempre,
Entonces morir antes de que llegue la tristeza,
Poseerte hasta que no te borres de mis manos,
Y ponerte en un trono en lo más alto de los cielos.

Qué se hace cuando se hacen realidad todos los sueños,
Solamente musitar con gran dulzura tu cálido nombre,
Besar tus dulces labios una y otra vez,
Y esperar que nos demuestren lo que es una verdad,
Que estamos enamorados y no nos podemos dejar,
Y que moriremos en las noches que nos vean amanecer,
Los dos tomados de la mano hasta la eternidad.

lunes, 25 de octubre de 2010

Llegaste celeste

Llegaste celeste con la aurora naciente,
De lejanos lugares jamás visitados,
De un paraíso de ensueño en el que fieles reposan,
Los más preciosos ángeles que del cielo han venido.

Pasaste a mi lado, rosaste mi mano,
Miraste mis ojos, tomaste mi voz,
Te fuiste ferviente como el día soleado,
Dejando la lluvia en mi habitación.

Y con tan sólo mirarte pude comprender,
Que eres el más bello tesoro que he podido tener,
Entre campos de flores que en el jardín adornan,
La flor azucena que me da calor.

Pero me das la espalda sin mirar hacia atrás,
Dejando tus huellas con cada paso que das,
Entre tanto, trastornado y de miedo vencido,
Inmóvil me quedo mientras tú te me vas.

Y sin embargo tú me miras, mientras sigues caminando,
Y tu mano señala que te siga de camino,
Mientras la fuerza de un suspiro me agarra de tu mano,
Y todo es calma, todo briza, eterna felicidad.

Y entre pasos de fuego sólo me pregunto.
Dónde me llevas con fuerza, cuál es mi destino,
Mientras el astro me mira ante los ojos atónitos,
Que tan sólo nos juzgan sin saber comprender.

Llegaste celeste, cual aurora luciente,
Sin tan siquiera conocerte, ni saber tu nombre,
Y me embriagaste en locura, en desesperación,
Para hacerme soñarte hasta la eternidad.

Pasaste a mi lado, aunque no lo debieses,
Y ahora no puedo separarme de tu lado,
Pues te miro celeste entre las estrellas,
Y las flores que augustas adornan los jardines.

Y comprendo que ahora con tan sólo mirarte,
Encuentro un paraíso que tú me has pintado,
Entre mundos diversos jamás conocidos,
Y el fruto prohibido que se vuelve eterno.

Llegaste celeste con la aurora naciente,
Niña de ensueño, mujer verdadera,
Y yo sin esperanzas de llevarte conmigo,
Sueño ya despierto por tenerte a mi lado.

Buscas una excusa

Buscas una excusa para no decirme nada,
Para silenciar tus palabras ante la voz de mi mirada,
Como si el frio mañanero se llevara con el viento,
El fuerte sentimiento que se ha ido formando.

Buscas una excusa para callar tus palabras,
Mientras me cambias de tema para no decirme nada,
Cuando sabes que por dentro hay una voz que te grita,
Las palabras que por miedo pronunciar no has querido.

Pero no busco que me digas lo que en tu mente guardas,
Aunque sabes que de ganas yo me estoy muriendo,
De saber lo que te guardas por respeto humano,
O lo que callas por el miedo a sentirse herida.

Buscas una excusa para no decirme nada,
Mientras intentas olvidarte de lo que quieres decirme,
Como si fuera un peregrino que debe marcharse,
Para caer en el olvido de quien sus pasos siguieron.

Buscas una excusa, y no me dices nada,
Más yo sé con tu mirada que te mueres por decirlo,
Aunque tú detienes lo que temes acontezca,
Y yo busco sin reservas a demostrarte lo contrario.

Buscas una excusa para no decirme nada,
Y no sirve de nada aplazar lo inevitable,
Pues inquieta jugueteas con mis débiles manos,
Mientras te rozo con ternura esperando convencerte.

Buscas una excusa, pues no quieres decirte,
Y no sé qué te detiene de hacer lo que es contrario,
Quizás porque te miran, o porque te miro yo,
Y es más fácil escribirlo cuando sola tú te quedes.

Buscas una excusa, y no te cansas de buscarla,
Mientras piensas que no entiendo lo que está aconteciendo,
Por eso no digas nada, solamente dame un beso,
Que esa es la mejor palabra que jamás se ha pronunciado.

He venido

He venido amor a decirte que te quiero,
He escapado de esta cárcel con barrotes de imposibles,
Para contemplar las dulces flores que se cuelan,
Entre ventanales que me muestran tu presencia.

He venido para robarte sólo un beso,
Una mirada, una caricia y una palabra,
Para quitarte un nuevo sueño en un suspiro,
Mientras me muero por tenerte a mi cerca.

He venido para llevarte a las estrellas,
Para tomarte de la mano y jamás soltarte,
Con el ferviente objetivo de quitarte una sonrisa,
Y rosar esas tus mejillas con mi pálida mano.

He venido simplemente a decirte que te quiero,
Y que me duele el saber que no podré tenerte,
Mientras las estrellas brillen en el horizonte,
Al cual jamás podremos llegar.

He venido para quererte,
Sabiendo que eres un dulce veneno mortecino,
Que sé me llevará a la muerte,
Entre los imposibles que en el camino se presentan.

He venido, simplemente y en silencio,
A mostrarte un mundo diferente,
Aunque sabemos que prohibido es el momento,
Y debemos hacer que nuestros labios se silencien.

He venido, y tú siempre me esperaste,
Desde el día que te cruzaste en mi camino,
Cuando el sol se cruzaba por la ventana,
Sin decirnos que después llegaríamos a amarnos.

He venido, porque he querido quererte,
Porque tú también quisiste aunque no me lo dijeras,
Pues lo noto en el temblar de tus dulces manos,
Y tu mirada que se muestra dulce amante.

He venido, y quiero robarte un beso,
Y con él, tu dulce alma que ya es mía,
Pues yo siento que el corazón te palpita,
Cuando un abrazo nos une sin proponerlo.

He venido, y sabes que seguiré viniendo,
Pues ya estamos unidos para siempre,
Aunque en medio de la melancólica distancia,
Nuestros cuerpos se separen al destino.

Han bajado los ángeles

Han bajado los ángeles a las pupilas de tus ojos,
Mientras yo extasiado los miro sin parpadear,
Entre los verdes jardines de un parque que extenso,
Con sus grandes árboles nos cubren para no ser encontrados.

Y entre su dulce morada caminamos,
Atados con nuestras manos juntas para no escaparnos,
Mientras sabes que en otros parajes un hombre llora,
Porque el amor de su lecho se ha marchado.

Y las aves que en los brazos largos que se adornan de hojas,
De un viejo árbol que en otros tiempos de amores sabía,
Ponen su morada para su canto entonar,
Y engalanar la fiesta de un amor que se encuentra.

Han bajado los ángeles a tus dulces moradas,
Mientras yo miraba que un amor se acababa de marchar,
En una noche desierta sin las olas del mar,
En la que la luna alumbraba un camino que no tiene vuelta atrás.

Y en esos fastuosos caminos que quisiste recorrer,
Aquí me dejaste caído en la arena muerto de dolor,
Mientras miles de sirenas entonan un canto,
Y yo miro con tristeza que se va el amor.

Y los peces sencillos que tenía en la pecera,
Se mueren de frio porque tú ya no estás,
Pues yo falto de coraje te he dejado volar,
Y no tengo las alas para salirte a buscar.
 
Han bajado los ángeles para ayudarme a recordar,
Esos bellos momentos entre la briza del mar,
Cuando intensamente amándote te juraba no marchar,
Sin saber que algún día te irías sin dudar.

Y entre las frías plazas donde tengo que circular,
Ya no encuentro tu aroma, no miro ya tu amor,
Mientras la gente me pregunta sin nada sospechar,
Dónde te encuentras perdida que no te han visto regresar.

Y es que hasta el arcoíris que nos sabía alumbrar,
Ha perdido su brillo en este plástico mar,
De lágrimas y sueños que buscan despertar,
De este profundo abismo en el que tu ya no estás.

Han bajado los ángeles, pero no sé donde están,
Pues me duele esta soledad,
Cuando pasando por el parque en donde el árbol está,
Miro grabado los nombres de lo que un día fue.

Y ya los caminos amantes no son los de antes,
Y un poeta perdido llora su gran amor,
Mientras que yo lo miro al quererte recordar,
Y me duele que ya a mi lado no estés. 

Amalgama

¿Qué estás esperando bajo el cielo?
¿Qué musitas en medio de las sombras de una noche oscura?
Solamente palabras que no tiene forma,
Ansiedades de momentos que algún día llegaran.

¿Qué buscas entre la lluvia de un invierno?
¿Qué entre caminos llenos de escombros y soledades?
Quizás un amor que nunca ha sido y no llegará,
O tal vez una guerra que te extinga para la historia terminar.

¿Qué buscas cuando nada has tenido?
¿Qué quieres encontrar entre tus letras escritas sin cesar?
Una esperanza, una ilusión,
Una amalgama de experiencias o simplemente una oportunidad.

¿Qué buscas? Porque lloras sin parar,
Si se acaban las oportunidades con cada amanecer,
Con cada ser que se te cruza entre esquinas que pintadas,
Son sólo reliquias de historias del ayer.

¿Qué buscas ¡oh poeta!, amante de cristal?
Escritor de las historias que otros te quieren contar,
Si sabes que tus letras son de otros manifiestas,
Pero tuyas son las ideas de lo que sueñas sin parar.

Son sólo amalgamas de memorias que no tienen sucursal,
Pues el cielo se ha perdido entre la nulidad,
Mientras el cero más siniestro se posa entre tu balcón,
Esperando a que te llegue la primera oportunidad.

¿Qué buscas escritor, que con la pluma plasmas lo que nunca llego?
Si cada día que despiertas no tienes el calor,
De los amores que tu plasmas en la amalgama de amor,
De un libro que a oscuras jamás verá la luz.
 
¿Qué estás esperando bajo el cielo? Contéstame,
¿Qué musitas en las noches que llegan sin rogar?
Tan sólo un rumor de lo que sueñas sin cesar,
Entre el nombre que musitas cuando logras los ojos abrir.

No espero nada, pues nada queda ya,
Solamente amalgama de sueños, historias sin parar,
Y si a caso ya surgiera la magia de un amor,
Que se encuentra perdido en una galaxia azul.

¿Qué estás esperando bajo el cielo narrador de mil historias?
¿Qué quieres que suceda si no buscas el acontecer?
Pues se que es muy posible que lo puedas encontrar,
Si te detienes tu camino y decides regresar.

¿Qué es lo que buscas, y contesta, en la lluvia que no quiere parar?
Pues recuerda que tus lágrimas se derraman sin parar,
En cada gota que entre nubes se colan en el espacio,
Y por tu rostro se deslizan hasta encontrar su final.

Espero solamente un saludo o un adiós,
Algo que es imposible y que se marcha con el reloj,
Que regresen los colores que se perdieron sin saber,
Y reparen las heridas que quedaron en el corazón.

Pero sé que el reloj no se detiene y se debe continuar,
Entre tanto yo sólo escribo en la bóveda de mi habitación,
Entre canciones que se repiten como las horas del reloj,
Entre la luna que nos muerde con su triste final.

¿Qué es lo buscas ¡oh gran hombre!, entre tu soledad?
Pues es muy triste que te encuentres con tu agónico final,
Mientras el reloj no se detiene y debes continuar,
Esperando a los que quieres y se han perdido entre el diván.

¿Qué esperas? Contesta mientras tanto puedes llorar,
Al mirar las flores de un jardín que está plasmado,
Surgido de las manos de un desconocido como tú,
A quien el mundo lo ha olvidado mientras buscaba una ilusión.

Busco, y déjame buscar,
Que mientras sueñe con historias que no tienen un final,
Mi mundo de ilusiones no tendrá final,
Pues tengo una amalgama de sueños por plasmar,
Aunque ninguna de ellas tenga algo singular,
De una historia que en mi carne se pueda plasmar,
A causa de una muerte que jamás ha querido llegar.

Soledades siniestras

El mundo se me derrumba por pedazos,
Mientras los lobos caminan por las calles,
En medio de un amor que es prohibido,
Y la imposibilidad de encontrarme a tu lado.

Entre tanto seguimos nuestro rumbo,
En medio de los pasajeros del destino,
Mientras entre caminos buscamos olvidarnos,
En el silencio de un secreto que nos muele.

Y son estas soledades tan siniestras,
Siempre tibias aunque duelen al tocarnos,
Al saber que en la lista  del destino
Nuestros nombres no se encuentran registrados.

Oh!, soledades tan siniestras y morbosas,
Que se ríen de la suerte de los que estamos sentenciados,
Entre diagnósticos de la muerte que llega sin remedio,
Por amar a quien se presenta con prohibiciones.

Sí, son soledades siniestras,
Esa musa que en mis manos escribe las letras,
Mientras fuera todo ríen y disfrutan,
Yo me encierro por temor a verte entre las calles.

El mundo se derrumba por pedazos,
Cuando llega a mi mente tu memoria,
Oh! Mujer prohibida, dulce amante tan querida,
Que llegaste sin estarte esperando.

Pero dime, soledad por qué agónica,
Se presenta esta vida sin estar ella,
Por qué te presentas tan siniestra,
Si tú sabes que eres dulce compañía.

Soledades tan siniestras, las de estar enamorado,
Del tenerte a mi lado, sin poderte decir nada,
Mientras escucho los reproches de los que piensan ser sinceros,
Sin saber que son ellos los siniestros.

Entre tanto, seguimos nuestros caminos,
En espejos que reflejan la memoria,
Y una estrella que se posa en la ventana,
Nos recuerda que estamos del otro lado de la línea.

Oh!, soledades tan siniestras, tan amargas y agónicas,
Como quisiera que se fueran por un momento,
Para estar solo con los recuerdos de su boca,
Cuando me hablaba sin decirme que me amaba.

Soledades tan siniestras, compañeras de camino,
Las espero para que me muestren el sendero,
Que me lleve a tener la valentía
De enfrentarme a los que conmigo te han traído.