lunes, 25 de octubre de 2010

Llegaste celeste

Llegaste celeste con la aurora naciente,
De lejanos lugares jamás visitados,
De un paraíso de ensueño en el que fieles reposan,
Los más preciosos ángeles que del cielo han venido.

Pasaste a mi lado, rosaste mi mano,
Miraste mis ojos, tomaste mi voz,
Te fuiste ferviente como el día soleado,
Dejando la lluvia en mi habitación.

Y con tan sólo mirarte pude comprender,
Que eres el más bello tesoro que he podido tener,
Entre campos de flores que en el jardín adornan,
La flor azucena que me da calor.

Pero me das la espalda sin mirar hacia atrás,
Dejando tus huellas con cada paso que das,
Entre tanto, trastornado y de miedo vencido,
Inmóvil me quedo mientras tú te me vas.

Y sin embargo tú me miras, mientras sigues caminando,
Y tu mano señala que te siga de camino,
Mientras la fuerza de un suspiro me agarra de tu mano,
Y todo es calma, todo briza, eterna felicidad.

Y entre pasos de fuego sólo me pregunto.
Dónde me llevas con fuerza, cuál es mi destino,
Mientras el astro me mira ante los ojos atónitos,
Que tan sólo nos juzgan sin saber comprender.

Llegaste celeste, cual aurora luciente,
Sin tan siquiera conocerte, ni saber tu nombre,
Y me embriagaste en locura, en desesperación,
Para hacerme soñarte hasta la eternidad.

Pasaste a mi lado, aunque no lo debieses,
Y ahora no puedo separarme de tu lado,
Pues te miro celeste entre las estrellas,
Y las flores que augustas adornan los jardines.

Y comprendo que ahora con tan sólo mirarte,
Encuentro un paraíso que tú me has pintado,
Entre mundos diversos jamás conocidos,
Y el fruto prohibido que se vuelve eterno.

Llegaste celeste con la aurora naciente,
Niña de ensueño, mujer verdadera,
Y yo sin esperanzas de llevarte conmigo,
Sueño ya despierto por tenerte a mi lado.

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