miércoles, 4 de agosto de 2010

Casa de Muertos

Estoy en la casa de los muertos,
Mientras el ambiente es tenso y frio,
Tan huracanado que si no estás presto,
Puede llevarte sin destino a la nada.

Todo es silencio, sonidos y ecos,
Morada de hombres de tiempos de antaño,
Formaron un mundo diverso y brillante,
Y ahora son sólo recuerdos.

Y entre habitaciones, de cemento cubiertas,
Con inquilinos sin rostro, sin nombre ni vida,
Camino tranquilo musitando canciones,
Esos mismos de muerte que a otros estremece.

Y qué hace un viviente, estremeciendo el hades,
Palacio de muertos que respiran eternos,
Donde titanes descansan tras duras batallas,
Al igual que vasallos y señores dorados.

Más la luna brillante, no permite que el cielo,
Deje paseante a oscuridades eternas,
Mientras miles de aves, de variados sonidos,
Pasean nocturnas por tan fríos parajes.

¿Qué haces humano, entre los que ya no se encuentran?
¿Qué buscas constante, en estos silencios?
Si la muerte no llega, no la busques te ruego,
Que si del tiempo es esclava, también es el ama.

Pero yo le respondo, con voz presagiosa,
Silencia tus ecos, viento del norte,
Que si el sur es tu surco, no el mío la muerte,
Que no busco su vino, sino su hermosura.

¿Qué tanto es hermosa, la muerte siniestra?
Si entre oscuros parajes, irremediable te lleva,
Si te oculta del sol, y de mis cálidos colores,
De brillos de estrellas, entre noches bohemias.

Silénciate luna, y no digas más,
Que no busco mi ausencia, sino la presencia,
De amores pasados que arrebató su mano,
Y que sólo al encontrarla, podré descubrir.

No busques ¡Oh, hombre!, No busques más,
Mira que a tus pies yacen los mismos que buscas,
Pues a la muerte siniestra no la encontrarás,
Hasta que ella te encuentre para eternidad.

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