sábado, 6 de noviembre de 2010

Hasta el Infinito

Qué puede esperar un poeta con sus letras,
Qué puede esperar entre plumas y la tinta,
Ser un demonio de las letras que perdídas,
Se destilan por sus manos, en su mente y en su alma.

Qué puede esperar un poeta de los sueños,
Pues ser huérfano del tiempo es terrible,
Ser esclavo de las letras un deseo,
Y centinela del destino es el suyo.

Y a quién le interesa lo que espera al poeta,
Si es un duende que guarda tesoros perdidos,
Un ser medio real, medio mitológico,
Un augurio de amores que están por llegar.

Y entre un trago que amargo se guarda en un lado,
El poeta de sueños desangrado en tristezas,
No sabe que puede esperar de sus letras,
Mientras siente que el alma se sale del pecho.

Qué puede esperar un simple poeta,
Sino que sus versos sean leídos,
Aunque la luz de las letras no iluminen,
El sendero incúlmen de la más bella vida.

Qué puede esperar un poeta vagabundo,
Sino el recorrer los caminos jamás conocidos,
Para encontrar lo que otros han perdido,
Y regresarles a la mente los recuerdos.

Y si esto fuese poco para el mundo,
Caminar sin encontrar el descanso requerido,
Iluminando a cada paso el sendero,
Del amante que no sabe su camino.

Y entre el gusto que le saca a la nostalgia,
Mil poemas escribir sin perder tiempo,
Sin ganar por ello ningún premio,
Y saber que otra alma se ilumina.

Qué puede esperar un poeta enamorado,
De la vida y las historias que se cuentan,
Sólo saber que no se pierde la línea,
Que al mundo por los siglos ha formado.

Qué puede esperar un poeta con sus líneas,
Solamente el saberse no olvidado,
Y que si llega por destino el dulce olvido,
Saber que por un tiempo fue escuchado.

Qué puede esperar este simple poeta,
Que se ha formado en la escuela de la vida,
Ser la máxima expresión de una historia,
Que sólo es importante para el mismo.

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