viernes, 30 de julio de 2010

Sin respuesta

En una mesa, donde tomando un ultimo trago,
los recuerdos llegan al corazón, me encuentro solo y triste,
la soledad abunda mi corazón, mi espacio y mis sentidos,
la soledad de no tenerte, de perderte cada día más,
de saber que tus palabras no me guían,
saber que tú me abandonas,
la tristeza, abunda en el corazón, triste cual hijo lejos de su madre,
cual madre al perder a su hijo, así estoy,
la tristeza se toma mi ser, al punto de ahogarme,
a tal punto, que hace que una pequeña gota,
caiga, de mis ojos tristes y solos.

En aquella mesa, estoy solo pero te miro,
tan brillante, como la luz naciente,
tan amargo, como el vinagre, tan sencillo tu nombre,
ese nombre, que al recordarlo me trae nostalgia,
ese nombre, que en mi corazón esta impreso,
ese nombre, que muchos conocen y yo ya he perdido.
Allí estas, tanta es tu majestuosidad,
que caigo en tierra, sin atreverme a mirarte,
allí estas, sabiendo que amándote como te amo,
no soy capaz de entregarme a ti,
Allí estas, brindándome fuerzas para decirte sí.

En esa mesa, solo, pero en mi corazón un gran amor,
amor, que sin tenerlo cerca lo siento,
amor, que sin expresarlo lo sabe,
amor, que sin entregarme lo tiene.

Ese ser hermoso, que me llama con su mirada,
una mirada, de angustia y deseo,
una mirada que me grita,
"No tengas miedo, ven a mi"
"No tengas miedo, has lo que e echo yo",
pero el temor se apodera de mí,
el llanto, sale de lo profundo de mi corazón,
y tan solo, una palabra sale de mi boca,
expresa y dice:
¡Tómame!, soy todo tuyo.

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