martes, 15 de febrero de 2011

TESTAMENTO

Déjame descubrirte en mis brazos,
En medio de un amor eterno,
En los laureles de mil glorias
Que se pintan de tu vida.

Que mis sueños se unan a los tuyos,
Para profesar este nuevo credo,
De dos que se han hecho uno,
En miles de pensamientos.

Y recitar miles de versos,
De esos que no se han escrito,
Los que se encuentran en el universo,
En el silencio de mil galaxias.

Esos que llevan tu nombre,
Que se escriben en mi diario,
Los que susurrados en el viento,
Se van hasta tu aposento.

Déjame descubrirte en mis brazos,
En este espacio que está vacío,
Para verte entre las flores,
Y los augustos cantos de un ave.

Que te escriba miles de versos,
Y me vaya a la eternidad,
Con este testamento eterno
Que es solamente tu amor.

Y que al morir mañana,
Tal vez en un frio intenso,
Vea yo sólo tu rostro,
Y llegaré al paraíso.

Déjame sólo decirte,
Mil palabras en el silencio,
Y así no permitiremos,
Que esto que es nuestro se muera.

Y si acaso nos encontramos,
En medio de la avenida,
Se fundan en un abrazo,
Tu alma y la mía juntas.

Incluso este mundo nuestro,
Al punto desaparezca,
Y quedemos libres cual ave,
Para volar por nuestros sueños.

Déjame fundirme en tus brazos,
Pues sólo así puedo decirte,
Que en este mi testamento,
Se encuentra mi vida toda.

Ella que se ha llenado,
De todo un paraíso,
Que aprende día tras día,
Lo que es mágico en el amor.

La que se pinta de flores nuevas,
La que recuerda bellos momentos,
En que juntos en la ventana,
Vimos la luna salir.

Déjame fundirme en tus brazos,
Mientras me falta el aire de vida,
Para poder decir que te amo,
Y volverme a una nueva vida.

Y si la muerte es el destino,
Más vida yo lograría
Si un beso de esa tu boca
Me inundara al fondo del alma.

Y al rozar de la suave briza,
Mi alma te dejaría,
Marcada en cada paso
De esos tus lindos ojos.


Déjame fundirme en tus brazos,
Para ser eterno en el tiempo,
Y así jamás separarme
Y llevarte siempre conmigo.

Pues ni la vida, ni la muerte,
Ni inferno ni paraíso,
Podrán hacer que olvidarte
Pudiesen estos mis sentidos.

Déjame fundirme en tus brazos,
Como ahora tú me tienes,
Para que fijada en mi testamento
Todos a ti te conozcan.

Y al final de la historia,
Cuando este mundo se aniquile,
Puedan decir por siempre
Que quedaste fielmente plasmada
En el diario de un soñador.

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