martes, 21 de diciembre de 2010

Tu compañía

Te apareciste en mi vida como un lucero,
Como un bello ángel de amor celeste
Que me transporta a espacios desconocidos,
Donde se posa el amor amante.

Sin musitar ni una sola palabra,
En medio del silencio de noches tristes,
Cuando la luna se apuntaba en mi ventana
Entre la luz de luciérnagas que se paseaban por los campos.

En medio de sombras que deambulaban vagabundas,
Entre ayeres perdidos y desesperados,
En los miedos furtivos de no encontrar amor,
O de encontrarlo y no saber el cómo amar.

Te apareciste en mi vida, y no lo pedí,
No lo esperaba, no lo soñaba, no lo pensaba,
Simplemente llegaste para quedarte conmigo,
Para darme una paz que jamás había sentido.

En silencio, como un fantasma,
Como mis mejores recuerdos que de a poco se han ido,
Como un ángel celeste que me anuncia noticias
De nuevos amaneceres que quieren regresar.

Y ni siquiera te tengo, me eres prohibida,
Una joya preciosa que no puedo tocar,
Celeste princesa de las mansiones eternas
Del profundo Olimpo que  guarda a los dioses.

Te apareciste en mi vida, y le diste sentido,
Un nuevo color que es de arcoíris,
Un paraíso sempiterno de felicidad,
Donde el fruto prohibido no vuelva a existir.

Y sin tan siquiera esperarlo,
Cuando ya me acostumbraba a esta soledad,
Sin que te lo pidiera, sin que lo suplicara,
Simplemente llegaste y me llenaste de amor.

Te apareciste en mi vida, y sufro por ello,
Pues no puedo tenerte aunque mucho te amo,
Porque somos prohibidos entre la luna y el sol,
Y sólo tenemos espacio de felicidad,
Cuando la luna apunta entre las estrellas,
A nuestra mente que estalla ante un recuerdo,
Mientras musitamos nuestros nombres con desesperación,
Rogándole al cielo el volvernos a encontrar.

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