¿puede sonreír un solitario
al que se le pasa la vida
en inviernos tormentosos
de oscuridad siniestra?
¿puede disfrazarse un día de mil lluvias,
que se pasan encerradas en un cubo de mil
nieves
traídas de un Alaska
en donde abunda el frío
y la siniestra soledad?
¿puede pronunciarse una palabra,
allí donde nadie la escucha,
y que resuene ella diáfana,
como un día tan soleado,
en que brille el cielo azul?
¿o quizás es tan posible,
que la muerte se
retire de la alcoba
en que la espera el enfermo que la evita,
aún sabiendo que ella baila, pretendiendo no ser vista?
¿puede acaso que un milagro
se me filtren medio de mi ventana,
con el sólo caso
de burlarse,
de lo que es
inexplicable?
Puede ello suceder,
más no tenerte frente a frente,
con todo lo que se imagina,
pues sé que es una mentira
todo lo que la
ilusión disfraza.
Pues si se escuchan los ecos del silencio,
o cayeran todas las estrellas,
jamás tendrás el dulce nombre,
que en mis sueños a ti te llaman.
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