Que
soneto más hermoso,
el
que crea el viento con tu cabello,
en
la plaza pueblerina,
llena
de mil ilusiones.
Que
destellos dan tus ojos,
bajo
la luz de la luna,
que
nada envidiarían,
a
la luz de un arco iris.
Y
esos tus dulces labios,
que
son más rojos que la grana,
que
me recuerdan la sangre,
que
en mi corre sólo al verte.
Que
suaves son tus manos,
que
al tomar las mías tristes,
se
me hacen a las nubes,
que
rodean el firmamento.
Y
tus palabras que canciones,
me
recuerdan cada instante,
que
por oírla yo deliro,
y
sin ellas muerte padezco.
Y la belleza de tus piernas,
que
sostienen a tus pasos,
que
caminan presuroso,
hacia
un infinito paraíso.
Que
hermosa tu presencia,
y
más si te me acercas,
para
compartir mi vida,
aunque
sea por un minuto.
Y
cuando llegas al umbral,
de
las puertas invisibles,
de
lo real e imaginario,
de
mi mente atormentada,
por
tenerte tan distante.
Y
es que eres tan perfecta,
que
no existe otra hermosura,
que
bajo el cielo se fijara,
para
adornar lo ya existente.
Que
soneto más hermoso,
es
el verte aquí llegando,
entre
sonrisas mañaneras,
de
este día que fenece.
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